viernes, 21 de enero de 2011

Tras un largo viaje en el que recorrí largas fajas de tierra, enormes campos repletos de altos e infinitos arbustos con hojas verdes desbordadas por las ramas y, animales disfrutando de su pastoreo, el aroma del paisaje me hizo entender que no podía seguir aferrándome al recuerdo. No podía hacer que la felicidad de otra persona se viera afectada porque mi egoísmo quería algo distinto para una historia que, al fin y al cabo, ha sido la más importante y significativa para mí.

Cuando uno piensa que está con la persona correcta es capaz de hacer y aguantar de todo. Pero si algo aprendí es que jamás se debe perder el amor propio y no dejarse pasar a llevar.

Muchas veces fui fría y cortante. Insegura y alarmante. Y me arrepiento de eso, porque no debió ser así. No estaba bien y, en mi esencia, aún seguía siendo una niña caprichosa e inmadura.

Aún siento mucho cariño por esa persona. Guardo los momentos más lindos, las noches más especiales, donde solo el hecho de sentirlo cerca me reconfortaba. O el fingir que dormíamos para que lo dejaran quedarse conmigo. Era lo que más me encantaba y, anhelaba que llegara el día siguiente para despertarlo con un beso, de esos que me respondía y me hacía sentir única y especial.

Como extraño sus abrazos, sus caricias, sus palabras. Fue con quien me sentía segura y protegida.

Aún lamento las cosas malas que sucedieron y el daño que, sin querer, nos hicimos.

Sólo espero ahora que, con el paso del tiempo y ,ahora que tomamos caminos diferentes, él sea feliz y triunfe como siempre me lo prometió y se lo prometió a él.

Deseo que algún día la vida nos vuelva a juntar, pero si no es así, deseo que sea feliz y triunfe por todo el amor que le tuve y le tengo.

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