viernes, 21 de enero de 2011

Tras un largo viaje en el que recorrí largas fajas de tierra, enormes campos repletos de altos e infinitos arbustos con hojas verdes desbordadas por las ramas y, animales disfrutando de su pastoreo, el aroma del paisaje me hizo entender que no podía seguir aferrándome al recuerdo. No podía hacer que la felicidad de otra persona se viera afectada porque mi egoísmo quería algo distinto para una historia que, al fin y al cabo, ha sido la más importante y significativa para mí.

Cuando uno piensa que está con la persona correcta es capaz de hacer y aguantar de todo. Pero si algo aprendí es que jamás se debe perder el amor propio y no dejarse pasar a llevar.

Muchas veces fui fría y cortante. Insegura y alarmante. Y me arrepiento de eso, porque no debió ser así. No estaba bien y, en mi esencia, aún seguía siendo una niña caprichosa e inmadura.

Aún siento mucho cariño por esa persona. Guardo los momentos más lindos, las noches más especiales, donde solo el hecho de sentirlo cerca me reconfortaba. O el fingir que dormíamos para que lo dejaran quedarse conmigo. Era lo que más me encantaba y, anhelaba que llegara el día siguiente para despertarlo con un beso, de esos que me respondía y me hacía sentir única y especial.

Como extraño sus abrazos, sus caricias, sus palabras. Fue con quien me sentía segura y protegida.

Aún lamento las cosas malas que sucedieron y el daño que, sin querer, nos hicimos.

Sólo espero ahora que, con el paso del tiempo y ,ahora que tomamos caminos diferentes, él sea feliz y triunfe como siempre me lo prometió y se lo prometió a él.

Deseo que algún día la vida nos vuelva a juntar, pero si no es así, deseo que sea feliz y triunfe por todo el amor que le tuve y le tengo.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Tras la muerte que ella esperaba que llegara, todo había vuelto a ser como hace unos años antes.
Nadie hablaba, todos caminaban, ella lloraba, ella sentía. Quién miraba?, nadie lo hacía. Sólo era la sensación de sentirse observada la que sentía, pero nadie la miraba. A quién le importaba? Angustia sentía, lagrimas corrían, y ella sola vagaba sin rumbo y sin vida. O quizás, si tenía vida, pero, quien la valoraba? Nadie sabe. Ella misma estaba confundida. Todos los días la misma rutina. Se levanta, camina, se mira en el espejo y llora. No sabe por qué. Se limpia la cara y vuelve a caminar. Sale, camina. Se tropieza y cae. No se levanta. Pasan días. Se aburre de tener la cara en el piso. Se levanta, camina. Vuelve a su casa. Casa? La tiene? . No lo sé. Ella tampoco. Quizás anda no más. Lo que no sabe es que es ella la que falleció. Lo sabe?

martes, 6 de abril de 2010

No es lo que parece...

No sé en que parte estoy, ni dónde quiero llegar. Sólo escucho los violines dentro de mi cabeza que danzan al compás de una sinfonía extraña y lúgubre. La sinfonía de mi vida.

Estoy caminando por este palacio que guarda secretos en cada uno de sus rincones. Camino lentamente, mientras siento mi corazón y escucho mi palpitar. A la vez, el crujir de las tablas de madera, añejas y desgastadas como mi alma.
Todo está vacío y apagado. No veo más que una ventanilla en la cual se reflejan los débiles rayos de la luz de la luna. Puedo ver la neblina del exterior.
Pero por algun extraño motivo siento que estoy bien aquí.
De pronto diviso una escalera que conecta a un piso, a un lugar desconocido para mí, pero no me aterra, al contrario, me siento segura de ir en busca de el.
He llegado a aquel lugar. Me apoyo sobre aquella mesa que no tiene nada más encima que un candelabro y una vela cuya vida se apaga al igual que yo.
Es un alivio tremendo el estar aquí, sola, escuchando el silencio que me inunda y me rodea. No siento miedo.
Camino rodeando la mesa y veo, a través de una ventana, un hermoso bosque, para mí silencioso y místico. Decido ir en busca de el.

Siento el crujir de las hojas y el viento pasar sobre mi cabeza. Grandes árboles me rodean, protegiéndome como una gran montaña. Y siento, a la vez, como el viento envuelve a las hojas, abrazándolas.
Todo el paisaje es tan gris y otoñal. Las hojas de los árboles, el cielo amenzante, pero da igual, me siento segura.

Entoncees, algo me llama y dice que tengo que volver, pero no quiero y sigo sentada aquí, en esta banca solitria, en medio de la plaza y rodeada de gente que se contenta con ver el esperado espectáculo de esta a las 12 como todos los jueves.

Luz

Desde hace un par de días que estoy aquí, encerrado en una torre. Recuerdo cuando solía salir a caminar. Los hombres bañados en hierro solían vigilar la puerta de entrada y salida de la torre, pero yo , de alguna manera, me imaginaba un plan para poder salir. La última vez que abandoné la torre, salí y caminé sin parar, hasta que me encontré en medio de un vacío que no tenía principio ni fin. Estaba en medio de la nada. Mis zapatos se hallaban bañados en una escarcha blanca. Mi respiración era muy débil y a la vez muy fuerte. De pronto caí de rodillas y algo me sujetó por la espalda, cubrió mi cara y después de un par de golpes no recuerdo nada más, hasta ayer, cuando en medio de un sueño vi una luz, la luz que nunca había visto a pesar de haber estado ahí la última vez que estuve fuera de estas cuatro paredes. Ahí entendí que nunca me di cuenta de lo que tenía frente a mí, hasta hoy, que ya lo perdí, y que jamás volveré a ver porque ahora ya vienen por mí no creo volver a ver nada más, sólo oscuridad.
Quizás escribiendo yo no sea la mejor, pero de vez en cuando, cuando sientes que hay algo en tí, algo que ocurre contigo y no sabes que hacer con eso, el escribirlo y desahogarte es lo mejor, y dejar que los demás juzguen según su persona.
Me han dado ganas de escribir ya que recién acabo de cerrar el libro que un amigo me prestó hace un tiempo y me ha distraído bastante del mundo en el que estaba hace un par de días.
Hace dos días estaba bastante negro, todo salía mal. Cosas que empezaron, terminaron y algunas que aún no terminan siguen como si recién estuvieran empezando.
Hoy es un sábado bastante distinto a lo que podría ser un sábado corriente del mes de febrero.
A lo lejos cada cierto tiempo, escucho truenos y, además de eso, estoy disfrutando del estar sola en mi casa.
Hay una brisa muy extraña en el aire. Me asomé unos instantes por la ventana de la cocina, que da hacia los techos de otras casas. Tan raro se ve todo. Si hasta había un tipo parado que de pronto se escondió. Andaba caminando por el techo; seguramente debe haber estado arreglándolo. Además, a lo lejos se escuchan las campanas de la iglesia.
Ahora que ya estoy en mi pieza me fijo por la ventana. Me acuerdo de esos inviernos de infancia. Todo tenía otro aroma, otro color. Mi familia era otra y yo también lo era.
Probablemente, años atrás hoy estaría jugando con mi abuelo, me llevaría a pasear en una moto que tenía de jueguete, y una vez que yo regresara el me estaría esperando con los brazos abiertos, feliz de verme y yo correría hacia él y mi abuela estaría esperándonos arriba para almorzar todos juntos.
Acaban de cortar el agua. Mi madre acaba de encender la tele. Yo estoy escribiendo en este cuaderno.
Creo qye, al igual que ayer en la noche, iré a dar un paseo. De seguro me hará bien. Por lo menos yo no estoy tan bajoneada como antes. Lo que sí, lo que se siente es mil veces más distinto de lo que se piensa. Pero, si logras que lo que se piense se sienta, se pueden ver las mismas cosas pero con otros ojos.

domingo, 14 de junio de 2009

Consejo ...

Suele suceder muchas veces que la calma en el alma no se encuentra. Y claro, si no la encuentras en tí, nadie te la va a dar. Obviamente hay situaciones, acciones, hechos, que ayudan a conseguir ese estado de paz o no? Aunque cuesta lograrlo. Son contadas las veces en las que te sientes bien contigo y eso se demuestra hacia los demás. Se refleja en tu exterior el sentirse bien por dentro. Pero no falta el que finge algo que no es. Trata de demostrar que está bien con el resto para sentirse bien con él mismo. Pero así no funciona. No se puede aparentar. Sólo consigues engañarte a tí mismo. Y la culpa? es tu compañera más fiel. El remordimiento, esas ganas de gritar, de explotar, y de ser de verdad como eres aparece, pero te muerdes la lengua y haces como que ese "buen pensamiento" nunca se te ocurrió.
Nunca debes negar tus raíces. De dónde vienes. Cómo te sientes y qué es lo que sientes.
Cuando te das cuenta que no lo has estado haciendo bien sientes que has perdido un tiempo valioso donde quizás, si tenías algún problema podrías haberle encontrado una buena solución. Podrías haber hecho verdaderos amigos, y no superficiales. Y podrías haber encontrado el refugio y consejo en tu familia. Pero no. Ahora estás o te sientes solo verdad?
Trata de sincerarte contigo. No te vendría nada mal. Y cuando veas que lo estás haciendo, el resto, tu entorno, también sabrá que lo haces, aunque no te des cuenta.
Sí, hay daños. Hay prejuicios. Más si has hecho cosas que no te han beneficiado a tí, e incluso han dañado a tu propia familia. Pero ya no es tiempo de pensar en esas cosas materiales que ya no tienen valor alguno, sino, de ponerte a pensar en estar bien contigo, con los demás, con los que te quieren, te rodean. De sincerarte. De ser TÚ MISMO.